miércoles, mayo 14, 2008

Hablando de panistas y traiciones

Ganaron la presidencia. ¿Perdieron el partido?
Fidel Samaniego
El Universal

No, desde luego que Carlos Castillo Peraza no parecía un hombre derrotado. Entró a la oficina y saludó. No dio tiempo a contestar. De inmediato se soltó con un verso. Y luego con una broma. Unos días antes había perdido la elección por la jefatura de gobierno del Distrito Federal ante Cuauhtémoc Cárdenas. Pero ni en su voz, ni en su gesto, ni en su ánimo, había huellas de lo acontecido.

Platicamos. Reconoció que en su campaña pudo haber varios errores. Y que el era responsable de muchos de ellos. Pero, insistió, no se arrepentía de su negativa a aparecer en la contienda, en los mensajes propagandísticos como un mero producto comercial, como un personaje de pacotilla. “Ante todo los principios, y la honestidad intelectual. No propiné golpes bajos, ni en promesas mentirosas. Y es que ¿sabes? El poder por el poder, a costa de lo que sea, no me interesa” dijo aquel tipo de ingenio, de una pieza, el que se calificaba como “pecador standard” y presumía de haber sido panista de los de a pie, de pegar carteles, de pintar bardas, de intentar cuidar casillas de las maniobras de los priístas.

No, aquella tarde de julio, Carlos Castillo Peraza no parecía, no era un hombre derrotado. Mantenía su dignidad, sus convicciones. Poco antes de la elección, en el que fue su cuartel de campaña, reunió a su equipo, incluidos los más modestos colaboradores, y pronunció un mensaje emocionante, intensamente humano, profundamente panista.

“¡Como nos hace falta Castillo Peraza!” escuché tiempo después a Felipe Calderón, en una plática de confianza. Carlos ya había fallecido. Y la misma frase ha sido pronunciada varias veces por diversos personajes, militantes de Acción Nacional.

Los panistas. Los que tanto hablaban de bien común, de patria ordenada y generosa. De camaradería. De ética política. Los que manifestaban orgullosos su militancia, sus convicciones, lo mismo en la tribuna de la Cámara de Diputados convertida en Colegio Electoral para impugnar resultados en las urnas, comicios que, denunciaban, eran fraudulentos, que a las mesas de sus hogares, o en conversaciones de amigos.

Y el PAN ganó la Presidencia de la República. ¿El PAN? ¿El fenómeno Fox? ¿El hartazgo de tantos años de priísmo? “Fox no sacó al PRI de Los Pinos, fue Ernesto Zedillo” solía decir Roberto Madrazo antes de su desastrosa campaña en el 2006.

Y esa noche de las elecciones presidenciales, y durante el nacimiento del nuevo día, hubo fiesta en la Ciudad de México y en otras ciudades. En torno a la Columna de la Independencia, una multitud aclamó a Vicente Fox, pero también le pidió...o le advirtió: “¡No nos falles, no nos falles!”

Los panistas en el poder. Durante el pasado sexenio, de voces de Acción Nacional se supo, lo aseguraban, que filtraciones, chismes e incluso sucios rumores sobre la autodenominada pareja presidencial y de la familia, de las hijas del entonces presidente de la República, salían de la misma residencia oficial, del equipo foxista.

Han pasado los años y personajes del primer círculo calderonista, de los cercanos por lo mismo a Juan Camilo Mouriño aseguraban hace algunas semanas, lo sostienen, que los documentos, las supuestas pruebas del presunto tráfico de influencias en el que habría incurrido el secretario de Gobernación, fueron enviados a Andrés Manuel López Obrador de parte de remitentes panistas. Fuego amigo pues.

Panistas. Los que aparecen en las fotos, ante los ojos de los demás, como unidos, disciplinados, convencidos, en camaradería. Los que en voz baja, en cuanto pueden, cuentan de sus diferencias.

“¿Para eso ganamos, para que tengamos que aceptar la alianza con Elba Esther? Para que Manlio o Emilio sean los que de algún modo nos muevan los hilos, nuestros propios hilos?” Me decía apenas ayer un legislador de los más apasionados integrantes del PAN. El y otros se han quejado de las votaciones que han tenido que aceptar por línea presidencial aunque sus convicciones sean otras.

“¡Les vendimos nuestra alma a los priístas a cambio de que hicieran el quórum en la sesión en la que Calderón rindió protesta! Y ahora ellos son los que deciden por nosotros, o los que hacen que decisiones que habíamos tomado tengan que ser cambiadas” dijo una noche en San Lázaro la guanajuatense Marcela Cuen. Poco después me manifestó su indignación porque, decía, en la universidad de su estado hay militantes de su partido, ex funcionarios del gobierno estatal que están en nóminas, cobran, pero no trabajan.

Y ...¿a quién, a qué se refería Germán Martínez Cázares cuando, en su discurso durante la pasada Asamblea Nacional sentenció que nunca más se permitiría que “alguien” utilizara al PAN para sus intereses personales? Asamblea a la que no fue Manuel Espino, el ex dirigente. Tampoco fue mencionado en ninguno de los discursos.

¿Será que el poder les hace iguales? ¿No dijeron que con ellos todo sería distinto? ¿O sí lo es? ¿Ustedes qué dicen?

Mañana, si quieren, hablamos de Marcelo, el carnal, el que aspira, el habilísimo Marcelo.

Mientras, por favor, opinen, participen. Gracias.

¿A quién le van en la liguilla? Yo...ya saben.