domingo, octubre 15, 2006

'Gánsters y mafiosos': Peje.
Los “mismos” se quieren hacer pasar por nuevos: Ojeda
por Samuel Cantón Zetina
Editorial Tabasco Hoy

En una de sus últimas declaraciones de campaña, César Raúl Ojeda Zubieta le reprochó a Andrés Granier “la vergüenza de que deje atrás todo un pasado de respeto con los ciudadanos y se ponga en manos de los gánsters y las mafias que han dominado a Tabasco". A lo largo de su proselitismo, Ojeda y Andrés Manuel López Obrador le pusieron apellidos: Gurría, Madrazo, Trujillo y...Cobo.

En su anuncio de que venía a ofrecer “la buena nueva” del cambio verdadero (¿será que habló con Dios antes que Granier?), Ojeda acusó: “Son ellos los que han provocado la ruptura de los lazos de hermandad entre los tabasqueños y han hecho de la exclusión política su método para perpetuarse en el poder”.

Pero...¿quiénes son los Gurría, Madrazo, Trujillo y Cobo?. Manuel Gurría fue secretario particular y secretario general de Gobierno con Carlos A. Madrazo. Por eso, Roberto Madrazo y sus hermanos lo llaman desde entonces “tío”. Muchos años después, cuando Roberto utilizó su amistad con Carlos Salinas de Gortari y Luis Donaldo Colosio para sacar del gobierno a Salvador Neme, el reemplazo fue precisamente Gurría, quien -por supuesto- dejó gobernar a Roberto e hizo lo necesario para que más tarde lo sustituyera formalmente.

De los Madrazo ¿qué se puede decir que la gente no sepa?. De los Trujillo. Don Mario era diputado federal, y de no haberlo sido muy probablemente hubiera muerto de hambre en México. Contado por el patriarca, cuando acudió al presidente nacional del tricolor en busca de apoyo para ser candidato a gobernador, tuvo el comentario de que si no era Agapito Domínguez Canabal, él sería.

Por eso, cuando en campaña murió ADC, en algo que entonces se juzgó como envenenamiento, Trujillo corrió al PRI para decir al presidente que no estando de por medio Agapito, él debía ser. Y fue...

Muchos años después, sus hijas Graciela y Georgina se amarraron en política con Roberto: la primera fue hecha secretaria de Educación y ahora de Desarrollo Social. “Gina” fue impuesta como alcaldesa del Centro, presidenta de la fundación Colosio y senadora. Luego de que Madrazo hundió al PRI hasta el tercer escalón electoral, fue impuesta y “ratificada” como dirigente del Comité Estatal hasta ¡julio del 2009!.

Retrocediendo el tiempo, sin embargo, a los tiempos en que Mario Trujillo fue gobernador (luego fue director de la Comisión Nacional Cañera tras el asesinato de Gilberto Flores Muñoz), un equipo de básquetbol amateur llegó a Villahermosa. En él alineaba un rubio chihuahuense de nombre Ignacio Cobo González.

Alto y no mal parecido (tenía cabello), conquistó a Graciela Trujillo y en el clásico “braguetazo”, casó con ella. Con Enrique González Pedrero, Ignacio fue designado director de Comunicación Social. Era la época en que en esa área se manejaban millones de pesos “a la mano” para controlar a los medios.

Cuando Neme fue gobernador por deseo de Raúl Salinas Lozano, informó al presidente Carlos Salinas de la fortuna que Cobo sustrajo del erario, y pidió instrucciones. Salinas le ordenó -quizá por consideración a González Pedrero- que no hiciera nada. Neme sí hizo algo: se lo contó a todos.

Supo Cobo invertir tan bien su riqueza mal habida que con el correr de los tiempos se hizo socio y amigo de Carlos Slim, el tercer hombre más rico ¡del mundo!. En sus bienes figuran una cadena de hoteles (Viva), una flotilla de aviones y media docena de periódicos y radiodifusoras aquí, desde los que catapulta al PRI.

“Nacho Bragueta”, como se le dice en los cafés, es el mismo al que Ojeda y Obrador señalan -junto con los Gurría, Madrazo y Trujillo- de depredador de presupuestos y de “apadrinar” financieramente a Andrés Granier.

Cobo es, asimismo, “el empresario” aludido por Ojeda como al que se le paga -con dinero del pueblo- el alquiler de un avión “para beneficiarlo y seguir acrecentando la riqueza de su familia”.

Y “los Trujillo” (don Mario y sus hijas) son los denunciados por el Peje de lucrar con terrenos: compran donde saben -por sus relaciones con el gobierno- que van a construir caminos o carreteras, y una vez revalorados, les sacan millones.

Por ellos; por el poder a cualquier costo, Granier “dejó atrás todo un pasado de respeto con los ciudadanos”.

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