sábado, octubre 07, 2006

El empresario y los alzados
Felipe Díaz Garza

Entiendo la renuencia del presidente Fox a utilizar la fuerza de su gobierno para imponer el orden perdido en Oaxaca. Quiere agotar los expedientes pacíficos para lograr la paz antes de mandar guerreros a acabar con la guerra. Pero hay otras formas de violencia que ya están siendo desplegadas. El asesinato de un maestro, miembro del Consejo Central de Lucha, grupo disidente del SNTE, que pretendía volver a clases, es muestra innegable de la violencia desencadenada por el conflicto. Es de violencia el clima social que respiran los oaxaqueños ajenos a la situación de guerra que se vive, cuyas actividades, propiedades y familias han sido amenazadas y dañadas consistentemente por el prolongado estado de sitio al que su ciudad ha sido sometida.

En las últimas horas hay signos de terrible violencia en las expectativas rumorosas, negadas pero no diluidas, de que fuerzas federales tomarán por asalto la capital oaxaqueña para liberarla. Los rumores llegan a extremos tales como los de un ataque aéreo a las zonas de difícil acceso convertidas en posiciones fortificadas de los efectivos de la APPO o del SNTE. Aun sin que soldados o policías federales ataquen la plaza sitiada y a sus sitiadores en nombre de la ley, la falta de ley ha hecho reinar ya a la violencia en la ciudad, cuyos habitantes, los buenos y los malos por igual, viven el pánico de la lucha interna y de la invasión externa al mismo tiempo.

El desempleo es violencia, lo es también el cierre de negocios por el turismo ahuyentado por la violencia. Violento es que no haya clases, con todo y lo mal que se enseña en las escuelas mexicanas. Violento es que un montón de amotinados ilegales pida, y para lograrlo se apodere de la ciudad, que se destituya a un gobernador legitimado por una votación que, en su oportunidad, fue dictaminada como buena por las autoridades electorales.

Violencia es también lo que está detrás de la renuncia del presidente Fox a cumplir el pacto federal que lo obliga a proteger a los oaxaqueños, a los oaxaqueños trabajadores, productivos y pacíficos, que son la mayoría. Vaya que es violenta la actitud de soberbia indiferencia del presidente Fox, que deja crecer el problema porque daña al PRI, partido del gobernador oaxaqueño, y al también priista Roberto Madrazo, impulsor que fue del mismo gobernador Ulises Ruiz.

Y más violento resulta que, en las actuales circunstancias de desapego y franco combate al marco legal vigente, el Presidente tenga el orgullo de proclamarse empresario, al hablar con sus "colegas" de la Confederación de Cámaras Industriales de México, ante quienes reconoció que, en los seis años de su gobierno, definió (!), junto con los empresarios, la política económica de México. Eso hizo en la 85 asamblea anual de la Concamin, en la que Fox también se refirió a la violencia como un instrumento que la sociedad rechaza para superar las diferencias: "Queremos seguir avanzando por la vía de la paz y la tranquilidad, avanzando a partir del diálogo y la negociación constructiva", señaló.

Vicente Fox no es el mejor ejemplo empresarial, al menos en lo que se refiere al cumplimiento de obligaciones contraídas y plazos establecidos para obtener números negros. Meses antes de ser electo presidente de México ofreció que terminaría con la guerra de Chiapas en 15 minutos. No sólo no cumplió sino que, con su indolencia, extendió la guerra regionalmente, hasta Oaxaca, poniendo en jaque a todo el sureste y al país entero. Seguramente el empresario Fox se referirá a este crecimiento de la guerra de Chiapas a guerra de Oaxaca como una maniobra triunfadora de expansión empresarial y de conquista de nuevos mercados. Bueno, eso sería si la liquidación del PRI hubiera servido para fortalecer al PAN de Fox, pero el único ganador del sureste parece ser hasta ahora el PRD de López Obrador, no el de Cuauhtémoc Cárdenas, devenido en aliado estratégico del empresario Fox.

No hay expansión ni nuevos mercados en la guerra de Oaxaca. Ni habrá paz a través del diálogo y de la negociación constructiva, porque eso tampoco existe. Las ofertas de Carlos Abascal, el álter ego de Fox alterno a Rubén Aguilar, sólo lograrán empantanar más las cosas. ¿Cómo puede el secretario de Gobernación ofrecerles a los alzados las cabezas de las autoridades legalmente establecidas, la procuradora de Justicia, el director de la Policía Ministerial y el director de Seguridad Pública Municipal, nada menos y nada más que funcionarios los tres de los gobiernos estatal y municipal, en los que el secretario de Gobernación no tiene ninguna autoridad por lo que su vela en ese entierro está perfectamente apagada y, si la enciende, se le puede convertir en un cartucho de dinamita?

Los rebeldes se fueron a su casa después de la prédica del secretario, quien también les ofreció recibir personalmente la ciudad de Oaxaca, como si se la hubiera ganado, si es que deciden entregarla. Los alzados regresarán el lunes a Bucareli a decirle a Abascal que su oferta es pobre y que necesita enriquecerla con las cabezas del gobernador del estado y del presidente de la República cuando menos. Esa es la ruta lógica de una negociación ilógica como la que disparatadamente conduce el secretario de Gobernación del fracasado empresario Vicente Fox.

La violencia ya empezó, su continuación es inevitable.

diazgarza@gmail.com

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